La voz y el sonido, o lo que es lo mismo, la oralidad, forman parte de nuestro día a día. Nos comunicamos hablando. La oralidad es, de hecho, una de las primera formas de comunicación entre humanos. Como es de esperar, al principio eran solo gruñidos, pero poco a poco la raza humana fue elaborando todo un lenguaje. Con la llegada de las nueva tecnología, la oralidad se está volviendo cada vez más digital. Y como gestores culturales, está en nuestra mano sacarle partido para nuestra causa a estas nuevas realidades.
En este artículo de la serie Cultura en la era digital, vamos a hablar de esta nueva oralidad y su potencial y posibles aplicaciones a las industrias culturales y creativas.
De la escritura a la oralidad digital
Como seres sociales, hablamos entre nosotros. Pero ahora, esa comunicación está muchas veces mediada por un aparato tecnológico. Así, la oralidad se ha convertido en un importante acceso a la información, alcanzando a la comunicación escrita. Pero ¿cómo se ha llegado a este punto?.
Vamos a hacer un pequeña retrospectiva en el tiempo. Partimos de que la oralidad existe desde hace millones de años; siempre ha sido nuestra principal forma de comunicarnos. Sin embargo, llegó un momento en el que los humanos tuvimos la necesidad de registrar esa oralidad. Fue entonces cuando apareció la escritura. Unos cuantos siglos después, no conformes con únicamente el medio escrito, el ser humano quiso encontrar otras formas de grabar el lenguaje oral. Aquí es cuando el fonógrafo y el gramófono entran en acción. El siguiente capítulo de la oralidad no nos queda tan lejos: el cassette y los discos compactos. Estos supusieron un gran cambio porque, además de grabar las formas sonoras, estas eran portables. Después llegaron Internet, las descargas en MP3, el streaming y… el resto es historia.
La oralidad digital tiene un característica que la hace única hasta el momento: el usuario es activo. Las nuevas plataformas que albergan el lenguaje y sonido fomentan la interacción del oyente; este elige qué escuchar, cuándo y dónde, e incluso puede dar su opinión al respecto y compartirlo con más gente. Todo esto ha hecho que, en nuestros días, la oralidad cobre un nuevo protagonismo.
El poder de la oralidad digital
Este auge de la oralidad no es algo fortuito. La voz y el sonido son elementos muy poderosos, y con un correcto uso, se les puede sacar mucho partido en la cultura. Analicemos la voz, nuestro principal instrumento comunicativo. Estamos tan acostumbrados a ella que se nos ha olvidado todo lo que esconde. La voz da información más allá de las palabras; el tono de voz, la rapidez, la entonación, etc., tienen significado por sí mismos. Todo esto tiene el nombre de prosodia. Este fenómeno está ligado a las emociones, por lo que aumenta la atención del oyente y ayuda a descifrar el mensaje.
Por su parte, el sonido puede ser de gran valor para la cultura por tres razones: crea imágenes únicas y propias en el oyente, tiene gran capacidad para emocionar y aporta un realismo que permite al público sumergirse en el ambiente.
Por último, no podemos olvidarnos que estamos en una sociedad que cada vez va más deprisa. Y con estos nuevos ritmos, el lenguaje oral es más accesible e inmediato que el lenguaje escrito.
La oralidad digital en las industrias culturales y creativas
Ahora que somos conscientes del poder de la oralidad digital, es hora de ponerlo en práctica en nuestro campo, la cultura. Como siempre, las posibilidades de esta herramienta dependen de la creatividad de cada gestor cultural. Pero para inspirarnos un poco, vamos a hablar de algunas de sus aplicaciones más famosas en la actualidad:
–Radioteatros: La retransmisión de obras de teatro por radio se lleva haciendo en España desde los años 50. Esta ha resultado una gran manera de que gente con un bajo nivel adquisitivo pueda acceder al teatro. La práctica se ha extendido hasta nuestros días, y son varias las entidades que apuestan por los audiodramas a través de radio y podcast, como RNE, TEAFM o La Casa Encendida.
–Museos: Hoy por hoy, los museos y el patrimonio son uno de los principales campos donde se emplea la oralidad digital. Las audioguías llevan años en la cultura. Sin embargo, conscientes del poder de hablarle directamente al visitante, podemos exprimir aún más esta herramienta si aprovechamos el potencial de la oralidad. Cuando una persona está enfrente de una obra o monumento, su audioguía puede recrear sonoramente lo que sucedió en esa obra histórica para hacer al público sumergirse en la historia. O apostar por el storytelling y contar un hecho relacionado con el monumento. O hacer que los personajes del cuadro le hablen directamente al oyente. Son muchas las opciones que permiten una implicación emocional del visitante en su experiencia cultural.
–Audiolibros: La literatura sin duda ha encontrado una gran baza en la oralidad digital. En un principio, los audiolibros estaban pensados para personas con dificultades para leer, como personas mayores o niños. Pero su capacidad de inmersión en la historia ha hecho que el audiolibro se generalice a toda la sociedad. Los consumidores de audiolibros experimentan mayor conexión con los personajes, mayor actividad emocional y mayor capacidad para crear imágenes. Además, gracias a la tecnología, los audiolibros se han centralizado en un único dispositivo móvil que permite acceder a infinidad de títulos por suscripción.
Estos son solo algunos de los casos más comunes de oralidad digital en las industrias culturales y creativas. Como hemos dicho antes, su potencial es tan grande como la creatividad del profesional de la cultura. Y a vosotros ¿qué se os ocurre para sacarle partido a esta poderosa herramienta?
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