Netflix ha marcado nuevos rumbos en la cultura. Sobre todo, a la hora de consumirla. Su estela la han seguido otras muchas plataformas streaming, tanto audiovisuales como de música. En este artículo de la serie La cultura en la era digital, vamos a hablar de las características de este modelo de negocio y los cambios que ha supuesto para la cultura.
A pesar de que lo conozcamos como un protagonista de Internet, Netflix no ha sido siempre una plataforma digital. Esta empresa nació de manera analógica. Su negocio consistía en el alquiler de DVDs a domicilio con tarifa plana. Esto se traducía en que, por el pago de un importe al mes, podías alquilar todas las películas que quisieras, ¿te suena?
Con su transformación digital, Netflix quiso mantener la esencia de su negocio. En un entorno online marcado por la piratería, esto sonaba arriesgado. ¿Quién iba a pagar por ver una película en Internet cuando podía verla de manera gratuita? Con el tiempo, Netflix ha demostrado no solo que era posible, sino que ha hecho que su propuesta sea referencia en el consumo audiovisual.
¿Qué caracteriza a Netflix?
Aunque lo más atractivo sea pagar una cuota fija por acceso ilimitado al contenido, esto no es lo único que ha hecho triunfar a Netflix. A continuación, explicamos las características que han supuesto el éxito de este modelo:
–Buena experiencia de usuario: Netflix no se reduce en poner a disposición de su público toda la oferta audiovisual. Como cualquier negocio, busca mimar al cliente. Y esto significa atender a toda su experiencia de consumo para conseguir retenerle, o en términos de marketing, “fidelizarle”. Para lograrlo, Netflix emplea recursos como las eternas listas de contenido, la reproducción automática del siguiente episodio en una serie o la recomendación de contenidos según lo que has consumido previamente. Sobra decir que, para garantizar esa buena experiencia, la plataforma debe asegurar una visualización libre de incidencias técnicas.
–Big Data o los datos masivos: Tener un negocio digital permite seguir el rastro a tus clientes: qué ve, cuándo se conecta, cuánto le cuesta elegir… Imagina la cantidad de datos que deja a su paso un solo cliente. Ahora multiplícalo por todos los usuarios de Netflix. Toda esa información del público es una mina de oro para cualquier negocio. Netflix sabe sacarle partido. Gracias al Big Data y a algoritmos imposibles de explicar, la plataforma puede hacer recomendaciones personalizadas; algo necesario para que el usuario no se sienta abrumado por tanta oferta. Además, Netflix apuesta por la calidad de estas recomendaciones. Cada contenido incluye un porcentaje de afinidad según lo que has visto previamente.
–Los nuevos soportes de visualización: Si vivimos rodeados de pantallas ¿por qué seguir restringiendo las series y películas a la televisión? Netflix ha desarrollado su software de manera que este pueda adaptarse a la mayor cantidad de soportes digitales posibles: móvil, tablet, videoconsola…
–Nueva puerta para mercados secundarios: Una de las consecuencias del antiguo mercado audiovisual era la polarización del las ventas entre los productos; las películas que habían recibido marketing en taquilla gozaban de una venta de DVDs garantizada. A las que no, ni siquiera se les concedía espacio en las estanterías de las tiendas. Y todos estaremos de acuerdo en que la oferta audiovisual no se reduce a las grandes producciones. Las plataformas streaming han llegado para cambiar esta realidad. No solo Netflix da cabida a pequeñas y medias producciones, sino que también existen otras plataformas únicamente de cine de autor, como Filmin.
La vida después de Netflix
Aparte de esas características, Netflix ha roto con los esquemas del mercado. La plataforma establecido nuevas normas en el consumo audiovisual que la industria debe conocer. Aquí os dejamos algunas de ellas:
–Percepción del valor: Acostumbrados a Netflix, ya no percibimos los productos audiovisuales de la misma manera. Al eliminar las transacciones económicas individuales (ya no pagamos por una única película), la percepción del valor ha virado. Como público, ya no valoramos el producto individual, sino la oferta global.
–La medida del éxito: Una de las grandes incógnitas de Netflix es la audiencia de cada uno de sus contenidos. La plataforma se niega a dar esos datos, y es por algo. Los baremos tradicionales de éxito son ineficaces en los nuevos modelos streaming. Actualmente, medidas simples como el número de veces que se ha visto una serie no indica a penas nada.
–Categorización del contenido: ¿Dónde quedó cine de terror, comedia o drama? Netflix ha venido a darle una vuelta a todo. Por ello, a la hora de etiquetar su contenido, esta plataforma ha apostado por el valor humano y emocional. Para conseguirlo, se han incluido metadatos y campos semánticos de cada uno de los productos. Así, nos encontramos con categorías como “Dramas con un sólido personaje femenino, “Películas para olvidar a tu ex” y más de 80.000 etiquetas en esta línea.
–Crisis del modelo de escasez: Antes del streaming, el mercado audiovisual funcionaba en base a la escasez. Para aumentar la demanda de DVDs, se retiraban gran cantidad de títulos estrella del mercado. El público, al pensar que era un bien efímero, tenía el impulso de comprarlo. Netflix, por su parte, es todo lo contrario. Con su apuesta por la total accesibilidad y el consumo instantáneo, ha derrocado al antiguo modelo de negocio.
Pero Netflix no solo ha marcado nuevas reglas en la industria. También ha modificado nuestro consumo. Con el lanzamiento de temporadas enteras y su reproducción automática de episodios, ha fomentado el famoso “binge watching”. Este fenómeno consiste en un maratón o atracón de series. Y es que, sin darnos cuenta, ya no concebimos ver solo un episodio. Tampoco estamos dispuestos a esperar a “la semana que viene” para que se estrene el siguiente capítulo. Netflix ha llegado para cambiar el mercado, pero también al público.
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