En torno a estas fábricas han girado las vidas económicas de los municipios en los que se asentaron, hasta tal punto que aún hoy, tras años del cese de su actividad, forman parte de la memoria colectiva y constituyen un referente identitario principal para las poblaciones que las albergaban.
Por ello, el patrimonio industrial harinero tiene un valor cultural muy valioso como parte del registro de la vida de una sociedad y proporciona un importante sentimiento de identidad que se debe preservar, ya que nos permite entender mejor el pasado y presente de nuestra cultura. Así, esta Fábrica de Harinas se establece como referente de propuestas sostenibles para el nuevo uso del patrimonio industrial.

Historia de la Fábrica de Harina de Pedro Muñoz
La historia de la Fábrica de Harinas comienza con la construcción de la harinera en el año 1909, según consta en su licencia original, fundada por el empresario Heriberto Fraile, llamándola Fábrica de Harinas “Nuestra Señora de los Ángeles”. En 1926, Donato Martínez y su hijo Germán Martínez Muñoz compran la fábrica de harinas a plazos, así como el trigo inicial, encargándose de la dirección y funcionamiento de la empresa hasta su cierre el 15 de diciembre de 1984. Es por ello que también se le conoce como “Fábrica de Harinas Germán”.
La antigua Fábrica de Harinas realizaba un proceso de molienda totalmente mecanizado, utilizando desde sus inicios la energía eléctrica. La instalación se dedicaba a la fabricación de harinas mediante el sistema de molienda conocido como austro-húngaro. Se trata de un sistema accionado por un motor el cual mediante poleas y transmisiones repartían la fuerza y energía necesarias para el funcionamiento de toda la maquinaria, haciendo posible este proceso de molienda automatizada. Las tres plantas del edificio se encuentran comunicadas por un sistema de conductos y elevadores de madera de gran complejidad técnica, permitiendo que el producto final no se tocara desde que se introducía en la tolva de entrada hasta su transformación en harinas y despojos, siento esto de gran relevancia para la higiene y calidad de las harinas.
La Fábrica tenía una capacidad de moler aproximadamente 12.000 kilos de harina diarios. En sus instalaciones se realizaban todas las fases de producción de la harina, desde la molienda hasta su ensacado, tras lo cual se cargaban en los camiones para su distribución. Originalmente alrededor de la harinera se ubicaban hornos y panaderías, hoy desaparecidos, para realizar las últimas fases de producción.
La historia de la Fábrica de Harinas y de su horno adyacente es también una historia de los trabajadores y de las gentes de Pedro Muñoz. Según lo relatado por los familiares de Germán, la harinera contó con un equipo de empleados extraordinarios tanto en la fábrica como en el horno adyacente, que compartían los mismos valores de colaboración y de trabajo bien hecho que el dueño y eran parte inseparable de la actividad harinera de la fábrica.
Cuentan también que la fábrica era un centro de reuniones permanente y muy entrañable. Lo mismo ocurría con el horno, especialmente en Semana Santa y en tiempos de hacer sabrosa repostería y bollería. Algunos acontecimientos todavía son recordados: la entrega de trigo en el mes de julio, la carga de camiones, las averías, los cortes de luz y, sobre todo, el bullicio de la gente entrando y saliendo.
La rehabilitación de esta Fábrica, como otras en Cataluña (Castello de Empuries), Andalucía (Alhama de Granada), nace del afán de recuperación del patrimonio industrial harinero de Pedro Muñoz. Nos encontramos ante un ejemplo excepcional de gran valor, más allá del valor propiamente arquitectónico, pues es testimonio característico del sector industrial agroalimentario en Castilla La Mancha.
Esta Fábrica es un ejemplo de patrimonio industrial para incorporar a través de la gestión, como un elemento activo en las estrategias de desarrollo socioeconómico de Pedro Muñoz en la actualidad. Su adecuado uso y el equipamiento y actividades que acoge fomenta la calidad de su entorno.
Nuevos usos. Cultural. Turístico.
Es de vital importancia mantener en buen estado las antiguas instalaciones y de su maquinaria, por lo que se ha planteado su uso como Espacio Cultural- Museo, gestionado por sus propietarios.
Los objetivos que se pretenden conseguir con su reutilización y puesta en valor desde la gestión son los siguientes:
- Recuperar y revalorizar sus antiguas estructuras, que han sido despojadas de su función productiva original y mejorar así el aprovechamiento del patrimonio industrial edificado.
- Evitar la pérdida de la memoria colectiva del trabajo-memoria de los trabajadores-, conservando este lugar para que se comprenda parte de la historia industrial, social y económica de una época.
- Alojar actividades con fines sociales y culturales e introducirlas en la vida activa del entorno.
- Hacer accesible al público el patrimonio industrial, el cual tiene un enorme potencial, y así sensibilizar a los ciudadanos sobre la diversidad y riqueza que posee este patrimonio.
- Potenciar un elemento patrimonial de tal interés para que se convierta en la imagen de Pedro Muñoz y sus ciudadanos se identifiquen con ella.
Proyecto de gestión, puesta en valor: La transformación en Centro Cultural.
Lo que se desea lograr con su reutilización es atraer la atención sobre la Fábrica de Harina, tanto por su valor histórico, como por las posibilidades que conlleva su revalorización y nueva explotación para posibles necesidades que existan en su entorno, y para las cuales sea necesario un gran contenedor para usos culturales. La rehabilitación para capacitar a la Fábrica para un nuevo uso debería respetar el conjunto industrial y mantener su espacio interior para poder entender su funcionamiento, no perder su carácter industrial y así dejar intacta su memoria fabril, en su nuevo uso como espacio cultural y museo.
Se trata de uno de los aprovechamientos más rentables a la hora de transformar viejos recintos fabriles, uso relacionado con el ocio y la cultura, que además ayudará a impulsar y reactivar el entorno urbano cercano.
Nos encontramos ante un ejemplo excepcional de gran valor, más allá del valor propiamente arquitectónico. Esta harinera tiene, además, una gran fondo documental, el cual ha sido limpiado, recuperado y analizado por los propietarios. La documentación encontrada data desde 1930 hasta 1985.

Más información en la Web de la Harinera y en su página de Facebook.
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